Fiestas de San Pacho: La comparsa arcoíris que podría quedar en silencio
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Por: Lorena Rivera Ocampo
Buscando las ambicionadas rutas del Oro en Chocó llegó un grupo de misioneros franciscanos al Pacífico colombiano. El 4 de octubre de 1648, con el fin de evangelizar la comunidad, se realizó la primera procesión sobre el caudaloso río Atrato, práctica que casi 400 años después se sigue realizando en Quibdó y se conoce como “balsadas” en las que los 12 barrios de la ciudad conmemoran al que cariñosamente llaman “San Pacho” con tambores, flores, cantos y bailes. La celebración ha tenido una acogida tal que en el año 2012 fue declarada patrimonio inmaterial de la humanidad por la Unesco.
Las fiestas inician el 20 de septiembre y durante 15 días se unen todos los sectores de la sociedad para manifestar su unidad y mostrar sus comparsas en las que varios grupos barriales cantan al unísono y hacen una muestra de alrededor de 15.000 cachés, estos son vestidos que se elaboran durante meses con brillantes colores, plumas, frutas y accesorios. Los ciudadanos recorren un camino que atraviesa la ciudad, mientras las chirimías tocan sus instrumentos y se adentran en los barrios, integrando a toda la comunidad al “jolgorio” como se conoce coloquialmente, nadie puede quedarse por fuera.
La comunidad LGBT ha sido fundamental en la evolución de las fiestas, como dice Johanna Valoyes, quien ha sido diseñadora de los trajes de San Pacho por más de 12 años. “La comunidad LGBT es una gran aliada, ellos son un show, la gente espera su actuación en las fiestas, esta oportunidad es un referente de crecimiento y empoderamiento para ellos”, señala. Erlin, una mujer trans y activista de la fundación Ébano Diverso, ha participado por más de 20 años en el desarrollo de las fiestas, recuerda que hace varios años no pudieron participar en el desfile y la ausencia de la comunidad se sintió de tal manera que la mayoría de los medios de comunicación locales se pronunciaron sobre esto.
Las festividades de San Pacho son la oportunidad en la que las personas LGBT se presentan en sociedad y a través de su colorida función se ganan su respeto, el evento también articula esta comunidad con todo el tejido social, es el espacio que aprovechan para demostrar sus intenciones de construir comunidad en conjunto, sin distinciones, todos como una sola unidad.
Sin embargo no todo es tan colorido este año, para poder participar en los desfiles es necesario iniciar un arduo trabajo de preparación con varios meses de anticipación y este año, la comparsa “arcoiris” se encuentra en un gran problema, a menos de un mes del inicio de las celebraciones no tiene presupuesto ni siquiera para la cuota inicial de las telas, por lo que no podrán  elaborar sus disfraces. A pesar de haber intentado varias veces acercarse a las entidades gubernamentales en busca de apoyo económico, la respuesta ha sido un profundo silencio que los ha condenado a quedarse a un lado esta vez. “Lo más triste será ver a todas las comparsas menos a nosotros que tanto hemos aportado a esta fiesta”, agrega Erlin con nostalgia.
“Uno lucha, lucha y lucha al borde incluso de morir asesinado sin ver ningún reconocimiento” se lamenta. La comunidad LGBT ha pasado por un largo proceso de ampliación de espacios en los que lentamente han logrado integrarse con los demás sectores sociales de Quibdó, “se ha pasado de ver un montón de maricas a ver arte y un mensaje de inclusión”. Pero las paradojas están presentes en las profundidades del entorno social, aunque los casos de discriminación se han reducido considerablemente, aún es posible ver el temor de estas personas para hacer valer derechos tan básicos como la salud, situaciones como presentarse en un centro de salud pueden ser una verdadera pesadilla, así se trate de un simple dolor de cabeza, el personal médico los estigmatiza, señalándolos, en casi todos los casos, de ser portadores de VIH, algo que ha llevado a personas como Erlin a enfrentarse a situaciones de alto riesgo, pues la comunidad chocoana rechaza fuertemente a las personas que viven con esta condición clínica.
Las consecuencias de ser tildado como un portador de VIH pueden ser mortales, un día cuando Erlin regresaba a su casa vio a un par de jóvenes que esperaban frente a su domicilio, esa tarde el calor era especialmente insoportable por lo que decidió ofrecerles agua fría y empezaron a charlar animosamente en la calle, durante la conversación, los desconocidos le revelaron lo que realmente venían a hacer a su barrio, confesión que la dejó congelada por unos segundos. Estas personas estaban allí para asesinarla, pues se decía que ella había contagiado de VIH a varios ciudadanos a pesar de que en la realidad, no estaba contagiada con el virus. los visitantes desistieron de su misión y nunca más volvieron a buscarla.
Los quibdoseños son devotos a San Francisco de Asís, por eso la diseñadora Johanna Valoyes expresa que “todos somos hijos de Dios y tenemos derechos independientemente de la orientación sexual e identidad de género, la inclusión hace parte de autoreconocernos y apropiarnos de lo que somos, autorespetarnos, en San Pacho cabemos todos por eso somos patrimonio”.