Marta Álvarez nació en Risaralda en 1959 y vivió en Colombia por 19 años, hasta que en enero de 1979 se mudó a los Estados Unidos huyendo de la discriminación y la violencia que sufría por su orientación sexual. En la cárcel, sufrió el “síndrome de ya me voy”, como ella menciona, al recordar la permanente ilusión de ser liberada.
Para la época en la que fue puesta en prisión, en las cárceles de mujeres colombianas, castigaban a las internas por la mera sospecha de sostener relaciones sentimentales con otras internas. Según reportes de Colombia Diversa durante el año 2009, “ las personas LGBT en prisión son víctimas de violencia física y psicológica. Los imaginarios de la prisión están marcados por el prejuicio y las lógicas de dominación machistas y homofóbicas… Un beso daba hasta dos meses de aislamiento. Amar era pecado, amar estaba prohibido”
"Antes de ser lesbianas, somos seres humanos dignos, merecedoras del mismo respeto. "
Marta Álvarez en su diario
Durante muchos años, el peor patio en algunas cárceles era “el patio para las chicas gay.” No importaba su conducta o que fuera su primera entrada a la cárcel, ser lesbianas las hacía merecedoras de estar en el patio donde más se les exponía al vicio, al hurto, y al maltrato verbal y sicológico.
Tras años de violaciones a los derechos de las personas LGBT en prisión, con el apoyo de la Defensoría del Pueblo, Martha Álvarez tramitó en 1994 una solicitud de visita íntima con su novia, ante la Dirección de la Reclusión de Pereira. A pesar de que la Fiscalía 33 de Santuario le concedió a Martha la autorización para recibir la visita íntima de su compañera, las directivas de la cárcel insistieron en negar la visita íntima. Su argumento: este derecho no procedía para las personas homosexuales por seguridad, disciplina, y moral.
"Mi traslado había obedecido a la solicitud de visita íntima con mi compañera Martha Dolly, Pereira no quería tener que enfrentar mis arremetidas legales… pero no paré ahí "
Marta Álvarez en su diario
El traslado como castigo
17 veces fue trasladada en buses, aviones y taxis de una ciudad a otra con un aparente intento de silenciar su voz o castigar su liderazgo por los derechos de las personas LGBT en las cárceles. La ruta de traslados de Marta empezó en la reclusión de mujeres de Pereira, pasó a Anserma Caldas, de nuevo Pereira, Medellín, Bogotá, Cali, Bogotá, Cúcuta, Pamplona, Bucaramanga, El Socorro, Bogotá, Pereira, Sevilla, Armenia, y finalmente hasta Ibagué.
"Que el calabozo por un beso y que los traslados por solicitar la visita íntima o por tener una novia en el patio, sean cosa del pasado. Ni un paso atrás "
Marta Álvarez en su diario
Cortesía Marta Álvarez
En 1998, en el centro reclusorio de Cali, Martha conoció a una mujer llamada Geraldyne, con quien mantuvo una relación por varios años. Las dos mujeres fueron trasladadas juntas desde Cali a la cárcel de Pamplona y luego a la Reclusión de Bucaramanga. Todos estos traslados hechos sin sanción disciplinaria o calificación negativa de la conducta de Marta.
A diferencia de lo que vivió Marta en las cárceles de mujeres, en los reclusorios para hombres han existido ciertas libertades como el poder recibir a sus visitas en las propias celdas permitiendo tener contacto sexual los mismos días de visita general. Según las propias mujeres privadas de la libertad, ha sido usual el uso de expresiones como “cacorras” o “viejas lesbianas” de parte de la guardia de las prisiones en momentos de castigo.
Las constantes negativas, los intentos por separar a Marta de su pareja, y la ruta de los traslados, partían únicamente del prejuicio. Después de agotar todos los recursos con el Estado colombiano,el 18 de mayo de 1996, Marta Álvarez presentó su petición a la Corte Interamericana de Derechos Humanos , que a pesar de las solicitudes del Gobierno de Colombia, de archivar el caso, le dio la razón a Marta y determinó que además de las disculpas públicas, el Estado debía eliminar seriamente la discriminación contra las personas LGBT privadas de su libertad.
Finalmente, el 18 de diciembre de 2003 Marta quedó en libertad, incrédula al darse cuenta que si se daba la vuelta ya no la dejarían entrar a la cárcel. En ese momento Marta pensó: “Yo que un día pensé que me iba a morir encerrada pero no ¡Soy libre! ¡Libre al fin!”.
Los cambios en Colombia se han venido dando de forma lenta pero gracias a la persistencia de mujeres como Marta Álvarez, en 2001, la Corte Suprema colombiana reafirmó el derecho de las visitas íntimas homosexuales, y en 2007 la propia Corte Constitucional reiteró que se la visita íntima debe ser asumida como un derecho fundamental.
"Durante los diez años que estuve privada de la libertad fui un referente para muchas mujeres; las lesbianas por ser lesbianas y las heterosexuales por ser mujeres. Luché por ellas, me peleé con todos por ellas, me expuse a castigos y a traslados por ellas: Que mejoren la alimentación, que mejoren sanidad, que nos permitan sentarnos, que nos permitan estudiar, que nos permitan dormir con las luces apagadas, que la saquen del calabozo, que no la metan al calabozo, que le mermen los días sin visita, etc. El derecho de petición fue una constante durante esos diez años. Me siento muy feliz de haber tenido la oportunidad de luchar por todas esas mujeres; por las que estuvieron entonces, y por las que está ahora", Marta Álvarez